viernes, 13 de enero de 2012

A cada momento

Colgué el teléfono. "¿Qué he hecho con mi día?, nada." "¿Qué ha pasado con las 24 horas?, no ha pasado nada".
Simplemente el día pasó sin él, su día pasó sin mi, interminable, no ha tenido rumbo.

En realidad es como si empezara a dibujar una línea a las ocho menos cuarto de la mañana y no supiera que dibujo iba a formar. Ha terminado en el mismo lugar de partida, y sin novedades.

Hace algún tiempo atrás quizá no me hubiera afectado tanto, pero hoy, justamente hoy, resulta ser que sí, y como había pasado tanto tiempo desde la última vez que pasé un día entero sin él, apenas sin hablar, me ha afectado algo más de lo que hubiera imaginado.

"Se me ha olvidado decirte: que te quiero mi vida". Y me llevó a pensar otra vez: "En realidad no se que sería mi vida hoy, en este momento sin él". Y lo único que me reconcilia después de todo el día y de que ya no ocurrirá nada nuevo, después de más de 24 horas sin mucho sentido, es que el día siguiente que me espera será mejor que hoy, que el anterior, que el anterior..... Y esto, en efecto, me lleva a pensar otra cosa: "Si cada día es mejor que el anterior, esto progresa, sigue aumentando, sigue creciendo como desde el primer minuto". Y me acordé del primer minuto, cuando yo decidí algo de lo que estaba segura, porque si, lo estaba, y me acordé del primer minuto como si lo viera pasar delante de mis ojos, me acordé de nuestro primer beso, de nuestro primer abrazo después del huracán que formamos, es obvio, que siendo yo el frío del viento que llegó un enero, y él el calor que se evaporó un día de esos, se formara tal grado de tormenta, y es que dicen, dicen, que después de la tormenta viene la calma, para mí llego la calma, la felicidad, el amor, la ternura... llegó él, nuevamente, como ¡Tachán! de un día para otro, mi vida había cambiado para siempre, sin yo saberlo, todo comenzó a ser como una vez había deseado, y había llorado por impaciente, -impaciencia a la ruego que aparezca lo menos posible- y hoy por impaciente escribo esto, hoy por impaciente pienso en mañana.

Y como iba diciendo, el primer minuto empezó con un "¡Oye!, ¡Que sí!, Que si quiero". Y es que todavía sigo queriendo, que siga todo, le quiero a él, al tiempo que pasa, quiero a cada error que hemos rectificado, a cada discusión, quiero a cada buen momento, lo quiero todo, mientras sea mío y suyo. 

Y me vienen mil cosas a la cabeza nuevamente, a cada momento, hay cosas buenas, cosas malas, otra vez cosas buenas.....que siempre machacan las malas. Cuando no se pueden ir las malas, él me calma, y me tranquiliza de una manera que nadie había conseguido en mi vida, una tranquilidad que ni yo misma sabía que podía sacar de mí. A veces me pone nerviosa, me pone muy muy nerviosa cuando se que hay algo que le preocupa, tanteo, pregunto, vuelvo a preguntar, me respondo, le pregunto de nuevo... y me termina diciendo lo que fuera que yo ya sabía, y me encanta cuando después de contarme cosas se queda tranquilo, yo también le tranquilizo, y me encanta, él, su forma de ser, él otra vez... entero, cada parte, cada parte de sus pensamientos, como si los viera cuando me mira a la cara, cuando me habla.

Me gusta hacerle mensajes interminables, que se canse de leer y decirle muchas cosas, miles de palabras se juntan, se graban las palabras clave de cada uno, hasta formar algo grande, muy grande, como lo nuestro, que nadie lo podría entender.

Y ahora otra vez pienso: "le tendré conmigo siempre".

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